Leamosjuntos
Las lecturas son una herencia.
Un joven
lector apoyado por su familia es un árbol
que, fértil, extiende sus ramas al viento y
hacia nuevos rumbos, pero que se nutre al
mismo tiempo en sus raíces.
Ese árbol es
nuestra cultura: una...
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Leamosjuntos
Las lecturas son una herencia.
Un joven
lector apoyado por su familia es un árbol
que, fértil, extiende sus ramas al viento y
hacia nuevos rumbos, pero que se nutre al
mismo tiempo en sus raíces.
Ese árbol es
nuestra cultura: una herencia que florece en
aires nuevos y cuyo profundo origen vamos
siempre redescubriendo.
La lectura, por ello,
brota de la herencia cultural que se otorga
en el hogar.
Dialoga con el lenguaje propio
de cada familia, con sus frondosas variantes
regionales, y todo contribuye a volver natural
el ejercicio de leer el mundo.
La escuela juega un papel ineludible en la consolidación y creación
de buenos lectores.
Para que el fomento lector sea exitoso a largo
plazo, no obstante, se requieren estrategias que privilegien el gusto
por la lectura, desde la más temprana edad, a través de un trabajo
conjunto de la familia y la escuela.
La lectura tiene la virtud de convertirse en una experiencia de
encuentros en el hogar.
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