EL TIMÓN DE LA NAVE EN MANO FIRME
La insólita decisión de Benedicto XVI de renunciar al solio pontificio al estimar
sus fuerzas insuficientes para seguir desempeñando adecuadamente su
ministerio, dejó sumida a la Iglesia Católica y a lo que queda de...
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EL TIMÓN DE LA NAVE EN MANO FIRME
La insólita decisión de Benedicto XVI de renunciar al solio pontificio al estimar
sus fuerzas insuficientes para seguir desempeñando adecuadamente su
ministerio, dejó sumida a la Iglesia Católica y a lo que queda de cristiandad en
una angustiosa inseguridad, en medio de una crisis mundial de incalculables
dimensiones cuantitativas y cualitativas.
La roca de Pedro parecía
resquebrajarse.
Las estrategias de autodemolición y los humos diabólicos de
que nos hablara Pablo VI en plena resaca del Concilio Vaticano II parecían
haber tocado la línea de flotación de la barca.
Abundando en los
acontecimientos contextuales, se habían multiplicado las referencias
mediáticas a profecías, interpretaciones apocalípticas, revelaciones privadas,
etc.
, por una parte y a supuestos escándalos morales, económicos y políticos
de los que podrían salir salpicados personajes relevantes del ámbito
eclesiástico.
Todo un cuadro para quitar el sueño y desarreglar digestiones.
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