La marcha de Afrodita
Clark Ashton Smith
Por todas las tierras de Illarión, desde los valles y montañas coronadas con nieves
perpetuas, hasta las poderosas colinas cuyo reflejo oscurece un mar tranquilo y tibio,
estaban encendidos los antiguos fuegos verdes...
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La marcha de Afrodita
Clark Ashton Smith
Por todas las tierras de Illarión, desde los valles y montañas coronadas con nieves
perpetuas, hasta las poderosas colinas cuyo reflejo oscurece un mar tranquilo y tibio,
estaban encendidos los antiguos fuegos verdes y amatistas del verano.
Se aspiraban
especias en el viento que azotaba el rostro de los montañeros al escalar los altos glaciares,
y el más antiguo bosque de cipreses, que se deslizaba ceñudamente sobre una bahía de
límpido cielo, estaba iluminado por las orquídeas de color escarlata.
.
.
Pero el corazón del
poeta Phaniol era una urna de negro jade fraguada por el amor con cenizas apagadas.
Deseoso de olvidar por algún tiempo la socarronería de las zarzamoras, Phaniol caminaba
solitario por el desierto que rodeaba a Illarión; era un lugar ennegrecido tiempo atrás por
grandes hogueras, y que nunca había conocido los pinos, las violetas, los cipreses o las
zarzamoras.
Al caer la tarde llegó a un océano virgen, de aguas oscuras y e
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